Los resultados del estudio contradicen la creencia inicial de que con cada nueva cepa las personas podían volver a infectarse. Los autores de la Universidad de Washington dicen que esa conclusión inicial fue una ‘interpretación errónea de los datos’.
El autor principal del estudio, Dr. Ali Ellebedy, profesor asociado de patología e inmunología dijo: “El otoño pasado, se informó de que los anticuerpos disminuyen rápidamente tras la infección con el virus que causa el COVID-19, y los principales medios de comunicación lo interpretaron como que la inmunidad no era duradera”.
“Es normal que los niveles de anticuerpos disminuyan después de una infección aguda, pero no bajan a cero, sino que se estabilizan”, explicó el Dr. Ali. “Aquí, encontramos células productoras de anticuerpos en personas 11 meses después de los primeros síntomas. Estas células vivirán y producirán anticuerpos durante el resto de la vida de las personas. Eso es una fuerte evidencia de la inmunidad de larga duración”.
Estos datos también hacen eco del reporte conjunto publicado por Israel el cual afirma que las personas infectadas generan mayor inmunidad que las personas que no tuvieron la enfermedad y se vacunaron con la vacuna de Pfizer.
Es decir, la inmunidad natural del cuerpo humano sigue siendo más efectiva que las vacunas ante cualquier nueva cepa.
Durante una infección viral, las células inmunitarias productoras de anticuerpos se multiplican rápidamente y circulan por la sangre, haciendo que los niveles de anticuerpos se disparen. Una vez que la infección desaparece, la mayoría de estas células mueren y los niveles de anticuerpos en sangre descienden.
Una pequeña población de células productoras de anticuerpos, denominadas células plasmáticas, migran a la médula ósea y se alojan allí, donde secretan continuamente niveles bajos de anticuerpos en el torrente sanguíneo para ayudar a protegerse de otro encuentro con el virus.
Para poder determinar la existencia de estas células plasmáticas, los investigadores tomaron muestras de médula ósea de 19 personas que tuvieron la enfermedad y se recuperaron, siete u ocho meses después de la infección inicial.
Las células plasmáticas se encontraron en 11 de los candidatos, confirmando la hipótesis inicial de los investigadores.
Una parte del estudio también se enfocó en personas que nunca habían sido infectados y estas muestras de médula ósea no contenían anticuerpos como era de esperarse.
Los investigadores están divididos en cuanto a qué sucede con la respuesta inmunitaria en aquellas personas que tuvieron síntomas graves del virus chino y no tienen en claro cómo reacciona el cuerpo en tales casos.
El Dr. Jackson Turner explicó: “… la razón por la que la gente se pone realmente enferma es a menudo porque tiene muchos virus en su cuerpo, y tener muchos virus alrededor puede llevar a una buena respuesta inmune. Así que no está claro. Tenemos que repetir el estudio en personas con infecciones moderadas o graves para saber si es probable que estén protegidas contra la reinfección”.
Los investigadores de la Universidad de Washington dijeron que aplicarán la misma fórmula para verificar si las vacunas pueden generar la misma inmunidad en las personas.
A pesar de todos estos datos alentadores que siguen surgiendo con respecto al virus PCCh, muchos gobiernos alrededor del mundo continúan recurriendo a los encierros, el distanciamiento social y el uso de mascarillas, llevando las economías al borde la quiebra, afectando seriamente la salud mental de niños y adolescentes y pisoteando las libertades individuales.