La Casa Blanca está tomando medidas estrictas contra Cuba, una vez más, de vuelta a una política fracasada, propia de la Guerra Fría, de restricciones a los viajes y aislamiento de este país comunista unipartidario. Los estadounidenses pueden viajar a Rusia e Irán, ¿por qué no a Cuba?
El 5 de junio, la Casa Blanca anunció nuevas regulaciones para obstaculizar los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba. Es la última de una serie de decisiones que pretenden desmantelar la apertura a Cuba que inició el presidente Obama en el año 2015, luego de la liberación del ciudadano estadounidense Alan Gross, quien pasó cinco años en una prisión cubana.
En un editorial, The Miami Herald elogió el anuncio como mensaje al gobierno cubano de que su apoyo al gobierno del venezolano Nicolás Maduro tiene un precio. Presumiblemente, el propósito no es simplemente enviar un mensaje, sino presionar a los cubanos para que dejen de apoyar a Maduro.
El problema con este enfoque es que los últimos 55 años han demostrado rotundamente que probablemente surta el efecto contrario. Y muestra que a la Casa Blanca le importan más los votos que el resultado de esta política, pues cree que esto aumentará las posibilidades de reelección del presidente Trump en Florida.
La realidad es que estas restricciones fallidas propias de la Guerra Fría al derecho de viajar perjudicarán a muchos estadounidenses y a muchas buenas personas comunes y corrientes en Cuba. Eso no se puede negar en lo absoluto.
Los cruceros han dejado de hacer sus viajes. Los intercambios educativos y culturales se cancelarán. Los equipos deportivos no viajarán. Se acabarán los viajes escolares. Se acabarán las misiones comerciales. Los agricultores y las empresas estadounidenses quedarán excluidos.
¿Qué tipo de gobierno cree que tiene derecho a decirles a sus ciudadanos a dónde pueden o no viajar, y dónde pueden o no gastar su propio dinero?
Rusia no, una cleptocracia con armas nucleares que nos apuntan y que invade a sus vecinos, apoya al presidente sirio Assad y a Nicolás Maduro, interfiere en nuestras elecciones y nos contradice en todo momento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Cientos de miles de estadounidenses viajan a Rusia cada año, y los rusos viajan aquí.
Irán
tampoco. Sus ayatolás brutalmente represivos amenazan a Estados Unidos,
pero no les impiden a los iraníes viajar a Estados Unidos y los
estadounidenses son libres de viajar allí.
Nicaragua tampoco, país
que, al igual que Venezuela, está dirigido por un dictador corrupto. Los
nicaragüenses pueden viajar a cualquier país que los acepte, y los
estadounidenses pueden viajar allí.
China tampoco, dirigida por un gobierno comunista que ha encarcelado a un millón de sus ciudadanos uigures y cuyas fuerzas armadas están profundamente involucradas en la economía. Los estadounidenses viajan allí sin restricciones.
Ni siquiera Arabia Saudita, cuya monarquía comete crímenes de guerra en Yemen, trata a las mujeres como mercancía y ha asesinado a Jamal Khashoggi y otros disidentes. La mayoría de los terroristas involucrados en los atentados del 11 de septiembre eran saudíes, pero la Casa Blanca no se opone a que los estadounidenses viajen allí.
De hecho, los estadounidenses pueden ir a cualquier parte, excepto a Corea del Norte. Y ahora a Cuba, a media hora en avión desde Miami, cuyo pueblo no podría ser más amable con los estadounidenses. Lo sé, porque a diferencia de las personas en la Casa Blanca, yo he estado allí. En cambio, estas personas se han enfrascado en una cruzada para obligar al gobierno cubano a cambiar sus políticas, creyendo que una forma de hacerlo es evitando que los estadounidenses viajen allí.
Ésta es una política paternalista, anacrónica, hipócrita y sí, cínica, indigna de la democracia más antigua del mundo. La intentamos durante medio siglo. Fracasó. De hecho, resultó contraproducente. Las autoridades cubanas consolidaron su control. Y esta vez probablemente será contraproducente también.
¿Acaso la arrogancia y la ideología nos ciegan tanto que nuestro destino es seguir repitiendo nuestros errores? Todos queremos que Maduro se vaya. Está destrozando su país y causando estragos en los vecinos de Venezuela. Pero esta política no persuadirá a los cubanos, que se sienten orgullosos de haber frustrado los repetidos intentos de Estados Unidos para obligarlos a abandonar el poder. Envalentonará al ala dura del gobierno que intensificará su apoyo a Maduro.
Y perjudicará a las personas que merecen y necesitan más de nuestra ayuda. A las familias cubanas que poseen pequeños negocios. A quienes alquilan habitaciones en sus apartamentos. A quienes tienen sus propios taxis y restaurantes. A los artesanos y los músicos. A las personas que apenas subsisten con los escasos salarios y raciones del gobierno, que luchan por sobrevivir, y que se benefician enormemente de las visitas de los estadounidenses a Cuba.
Por supuesto, no estamos de acuerdo con el gobierno cubano. Estamos totalmente en desacuerdo. Estamos en desacuerdo con muchos gobiernos, en cuanto al tema de Venezuela y muchos otros temas. ¿Pero acaso la respuesta es decirles a los estadounidenses que no pueden asistir a un partido de béisbol cubano, comer en un paladar (restaurante) cubano, escuchar una banda de jazz cubana, visitar un parque nacional, enseñar inglés o visitar la casa de Ernest Hemingway, o simplemente pasear por el Malecón de la Habana y hablar con los cubanos?
Estas regulaciones son un insulto a todos los estadounidenses y una desgracia para una sociedad libre. La libertad de viajar es un derecho. Es fundamental. Es parte de quienes somos como estadounidenses. Viajamos. Exploramos Conocemos personas. Compartimos nuestros valores. Desarrollamos relaciones con personas con las que coincidimos y con las que no.
Los cubanos quieren tener una vida mejor, y no necesitan que les hagamos la vida más difícil, como tampoco los estadounidenses necesitamos que nos digan a dónde podemos o no viajar. Todos deberíamos ponerles fin a las gastadas políticas anticuadas, aislacionistas y autodestructivas, propias de la Guerra Fría, que sólo buscan sembrar el pánico.
*Este artículo se publicó originalmente en The Miami Herald.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.