A Alvin Hilliman el sol le dora su piel trigueña. Lleva el pelo a lo rasta y un grueso reloj color oro en la muñeca izquierda. Pasa las horas muertas al sol en la tienda de un amigo que vende cervezas y licor.
El fervor patriótico que se ha generado en el Esequibo a raíz del reclamo por parte de Venezuela de esta region selvática rica en minerales y petróleo, que ahora mismo pertenece a Guyana, a él no le ha tocado un pelo
No le impresionan ni las banderas ni los grandes carteles en mitad de la carretera que dicen “Essequibo belongs to Guyana” (El Esequibo pertenece a Guyana). A sus 50 años, dice, ningún Gobierno le ha regalado nada, ni siquiera un paquete de arroz
Cuando no está en la tienda de su amigo, se parte el lomo en la construcción de algún edificio de por aquí, de ocho de la mañana a ocho de la noche, por un puñado de dólares que no le sacan de la miseria. Nunca conoció a su padre, su madre ha muerto recientemente. Siente que está solo en este mundo lleno de trampas. “Si pelean y gana Venezuela, iré con Venezuela. Si no, con el contrario. Esta tierra es de negros y blancos, de todos. Me da igual quién gane. No me importa ningún presidente, que les den a todos”, se queja.