Melody González Pedraza, exjueza cubana detenida en el Broward Transitional Center (BTC) en Pompano Beach, Florida, enfrenta dificultades para encontrar un abogado que la represente. González no sabe si en su audiencia con un juez el próximo 31 de julio podrá presentar su solicitud de asilo o si solo le leerán los cargos bajo los cuales permanece detenida.
Después de haber hablado con DIARIO DE CUBA sobre su responsabilidad en la reciente condena de cuatro jóvenes en el Tribunal Municipal de Encrucijada, Villa Clara, y sobre los juicios del 11J, González vuelve a ofrecer declaraciones sobre su situación actual.
«Por lo único que me siento tranquila en este momento es porque he podido expresar y contar mi verdadera historia, no importa cuántos la crean, y porque sé que Dios está conmigo y me da las fuerzas que necesito para librar esta batalla. En su momento, me dará la victoria; pero es claro que me siento preocupada, disgustada y con muchos sentimientos encontrados», afirmó.
González Pedraza, quien fue militante del Partido Comunista y está incluida en la lista de represores de cuello blanco de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC), dice que ha querido «hacer las cosas de la manera más justa y correcta».
«Cuando llegué a este país creí que había llegado a la libertad y que podría gritar todo lo que he padecido y sufrido.
Nunca pensé que me iban a esposar de manos y pies y a tratarme como una vil criminal. Los primeros días de mi detención fueron terribles. Fui sometida a una opresión como nunca permití en mis 18 años de profesión que se lo hicieran a ningún detenido en mi presencia. Sé que es el procedimiento a seguir, pero ha sido lo más humillante que he vivido», expresó.
Al llegar al centro de detención en Broward, todos, tanto oficiales como detenidos, ya conocían su historia. «Todos me miran con recelo y todavía desde los balcones me gritan ofensas cuando salgo al patio a la recreación», señaló.
«Toda mi vida ha sido expuesta en un momento. Soy una mujer de una familia humilde. No había salido apenas de Villa Clara y es muy estresante saberme en boca de tantas personas. Cada día le pido a Dios que bendiga a los que me maldicen y calle sus bocas, y que un día puedan entender y conocer quién verdaderamente soy. Me duele ver cómo opinan sin acercarse a la verdad. Yo no quiero parecer víctima, solo quiero que la verdad se sepa», añadió.
A pesar de las pocas esperanzas que alberga, la exjueza cubana no se queja de las condiciones del centro de detención. «Tristemente puedo decir que son mejores que en las que viven mis padres en Cuba. Tengo el mismo trato que las demás personas, como en cualquier otro centro de detención, con las condiciones mínimas necesarias. Trato de ocupar el tiempo en atender mi salud y ocupar mi mente de manera productiva, estudio inglés y les enseño a otras que quieren escuchar la palabra de Dios».
«¿Esperanzas de libertad? Ninguna. La primera corte fue reprogramada y ni siquiera me dijeron los cargos por los que estoy aquí. Con un término de más de un mes y medio sin justificación alguna, ni siquiera he podido presentar los documentos de asilo. El tiempo pasa y conmigo no sucede nada, solo me preparo para pasar aquí largos meses», lamentó.
La exjueza considera que su situación es «cada vez más injusta». «Ni siquiera sé si la audiencia del próximo 31 será para leerme los cargos o si me darán la posibilidad de presentar el asilo. No creo que tenga opciones, principalmente porque aún mi familia no ha podido contratar un abogado. Son varios a los que hemos llamado, tanto mi familia como yo desde este lugar, por ética no mencionaré sus nombres, pero hasta ahora solo he recibido negativas y excusas. Esto es frustrante, no tener quien me oriente, quien me guíe, quien se acerque por mí al deportador o al juez. Es muy frustrante y triste a la vez».