Jue. Mar 28th, 2024

El régimen de Cuba se ha visto obligado a autorizar la venta de artículos en divisas con el propósito de recaudar dólares para apuntalar la economía

LA HABANA-. Pasadas las siete de la mañana, después de un rápido desayuno, Orestes condujo su antiguo Chevrolet Impala de 1957 desde el reparto Fontanar, localizado al sur de La Habana, próximo al aeropuerto internacional José Martí, hasta el centro comercial ubicado en la intersección de Boyeros y Camagüey.

En un descampado rodeado de charcos de agua, unas 300 personas hacían cola esperando que a las nueve de la mañana abriera el establecimiento. El calor era de espanto.

Aquello parecía una unidad militar. Aunque faltaba una hora para que abriera la tienda, decenas de policías, agentes uniformados de verde olivo y oficiales de la Seguridad del Estado vestido de civil organizaban la cola con cara de pocos amigos. Orestes se sentó bajo una frondosa ceiba. La escena tuvo lugar el martes 21 de julio, el segundo día después de inauguradas 72 tiendas para le venta en moneda libremente convertible (MLC) que ofertan alimentos, artículos de aseo y ferretería.

Estrategia antigua de Cuba

Ya en noviembre de 2019 fueron abiertas decenas de tiendas en MLC en toda la isla, dedicadas a la venta de electrodomésticos, equipos electrónicos, motos eléctricas y piezas de repuesto para automóviles. Aunque el régimen pretende negarlo, es un criterio unánime entre los cubanos de a pie, que la estrategia del gobierno es dolarizar todo: el comercio mayorista, minorista y un segmento importante de la economía nacional.

La mayoría de los que hacían cola en las afueras del centro comercial de Boyeros y Camagüey no escondían su indignación. Teresa, jubilada, recibe con frecuencia remesas desde Estados Unidos, pero no está de acuerdo que un país intente desarrollar su economía a costa del dinero y el esfuerzo ajeno. “Son unos ‘caras de guante’. El gobierno solo busca recoger divisas que no sé sabe en qué las utiliza. Las tiendas en dólares no son nuevas, se abrieron en 1993, hace veintisiete años. ¿Tú sabes la cantidad de dinero que han recaudado? Nunca han informado qué han hecho con esos miles de millones de dólares. Y debieran decirlo, porque la mayor parte de ese dinero procede de nuestras familias que lo giran con tremendo esfuerzo”.

Otras personas se suman al debate cuidando que los agentes del orden no los escuchen. Dian dice que es ingeniero, que gana 1.200 pesos mensuales, equivalente a 50 dólares y por estimulación salarial le pagan 15 cuc [moneda convertible cubana]. “¿Pero qué hacen los cubanos que no tiene familia en el extranjero ni ganan divisas? Los bancos, todos estatales, no venden dólares, tienes que comprarlos en el mercado negro que en estos momentos el dólar está a 1.25 cuc. Según un amigo mío que trabaja en CIMEX, estos productos no fueron importados, ya estaban en Cuba, destinados a vender por cuc o para utilizar en el turismo. Pero como no hay turismo, y si lo vendían en cuc no obtenían suficientes ganancias, prefirieron que el pueblo se disparara larguísimas colas para comprar pollo y salchichas y dejaron los productos mejores para venderlos en dólares. Como si los cubanos fuéramos ciudadanos de tercera clase y no tengamos derecho a lavarnos la cabeza con champú de calidad o comer filete de res. Qué asco de gobierno. Hay que irse y dejarlos solos”.

Vivencias de cubanos

Un alemán en la cola, casado con una cubana que lleva cuatro meses en Cuba, porque lo sorprendió la pandemia, expresa que en cualquier otra nación, la población ya se hubiera tirado a la calle. “Ustedes los cubanos son un pueblo muy obediente y noble. Si esto pasa en Estados Unidos o Europa, arde Roma. ¿Se imaginan trabajar y cobrar con una moneda que no te sirve para comprar alimentos imprescindibles? Es una cosa de locos”.

Un señor mayor le da la razón al alemán y comenta “que luego en el noticiero de por la noche en la televisión, usted verá gente dando opiniones favorables a este atraco, porque esto es un atraco. El gobierno completo debiera renunciar. En Cuba no se produce ni un alfiler, estamos viviendo de los ‘gusanos’, a quienes les gritamos que se fueran, que no los queríamos y no los necesitábamos. Y ahora estos gobernantes ineptos no paran de ordeñarlos como si fueran vacas”.

En cualquiera de las tiendas que abrieron en La Habana, se percibe el mismo descontento ciudadano y se escuchan quejas subidas de tono. Un economista consultado afirma que estas nuevas medidas, no sustentadas en la producción nacional, pudieran ser una bomba de tiempo. “Las medidas más importantes como las micros, pequeñas y medianas empresas y la ampliación del trabajo privado y las cooperativas, si trazan sus estrategias en base a la divisa extranjera para potenciar el consumo interno, pudieran fracasar. Muchos quedarán fuera del juego, sin poder de compra, sin acceso al dólar y como única opción hacer largas colas para ver si pueden comprar pollo o hamburguesas. Esta estratificación de la sociedad puede generar estallidos sociales. Y en el mercado negro se dispararán los precios de los alimentos y el canje del dólar”.

Abundancia efímera

Ya se está viendo. Veinticuatro horas después de abierta las tiendas en divisas, en diversos sitios de venta en internet se anunciaban productos comprados en dólares, revendidos a tres o cuatro veces su valor. Incluso más. Una persona anunciaba en Revolico un bolso de detergente que cuesta 6 dólares, en 45 cuc. Luis, desempleado, decidió invertir 400 dólares que había ido reuniendo para viajar al exterior, en la compra de cerveza. “Una caja de cerveza me cuesta entre 24 y 28 dólares y cada una la puedo revender a dueños de negocios gastronómicos en 35 y 38 dólares”, dice, mientras acomoda varias cajas de cerveza en el maletero de un auto a la salida de un mercado en la barriada de Miramar.

La empleada de una tienda considera que “el gobierno está tan desesperado en obtener ‘fulas’, que autorizó a las personas comprar las cantidades que deseen. Por eso hay un montón de ‘coleros’ [revendedores] comprando para revender”. En su opinión, con esta nueva modalidad, la ‘búsqueda’ de dinero se pone muy difícil. “Todo está cuadrado por el gobierno. Al ser todo por tarjeta, la única forma que tenemos de ganar unos dólares extras es avisarle a los coleros cuando saquen algo y te den una comisión». Y pronostica que la situación se complicará cuando próximamente abran tiendas en divisas para vender ropa, calzado, muebles y materiales de la construcción.

Olga se dedica a revender los productos que compra y explica que hay varias clases de coleros. “Están los ‘pobres’, los que tienen poco dinero y revenden solo para que el producto que necesita le salga gratis. Otros son ‘apretadores’, como yo, que compré un paquete de 15 kilogramos de pechugas de pollo, que me costó 33 dólares, lo revendí en 50 y me busqué 17 dólares. Y están los ‘abusadores’: ese mismo paquete lo hubieran revendido a 65 o 70 dólares. Pero hay que andar con cuidado, por los operativos policiales”. Según el diario Granma, más de 1.200 personas que se dedicaban a la reventa de alimentos fueron sancionados con penas de uno a tres años de cárcel.

Por la pandemia, muchas ‘mulas’ no han podido viajar al extranjero y se están dedicando a la reventa. Un hombre que estuvo cinco años en el oficio de ‘mula’, tiene previsto comprar seis splits, a 380 dólares cada uno, para revenderlos en 550. «Obtendré 1,020 dólares de ganancia. Una parte la reinvierto en el negocio de compra y venta y otra me sirve para comprar comida para la casa y combustible al carro. Negocio redondo”.

Existe una gama de productos que los consumidores miran los precios y abren la boca de asombro. Un pomo de espárragos blancos, que en España no vale más de 7 euros, en Cuba su precio es de 68.10 dólares (unos 59 euros). El kilogramo de carne de res fluctúa entre 15.70 el lomo sin hueso a 23.80 el filete. “Demasiado el abuso. Habrá que seguir comprando la carne de res por la izquierda, a cuatro dólares la libra”, comenta una maestra que devenga un salario de mil pesos cubanos al mes, poco más de la mitad de lo que cuesta el kilogramo de filete de res.

Tres días después de su apertura, ya se notaba el desabastecimiento. “He recorrido varios mercados y en ninguno hay leche en polvo, pescado fresco ni mariscos y en otros se acabó el yogurt y el queso gouda. Si el gobierno se demora en reabastecerlos, veremos a la gente en la calle vendiendo esos productos tres o cuatro veces más caros”, apunta Hilda, ama de casa.

René, excombatiente en Angola y miembro del partido comunista, considera que el gobierno debe buscar una fórmula para que los cubanos que todavía los apoyan puedan acceder a esas mercancías. «De lo contrario está favoreciendo a los que emigraron, a los que no trabajan y a los revendedores. Esa estrategia de construir el socialismo con el dinero de los que una vez llamamos escoria no la entiendo”. Y es que el billete verde del enemigo manda en la Isla.

ESPECIAL
@DesdeLaHabana

Por antilope

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